lunes, 24 de enero de 2011

Polifacéticos. Los más preciados



Comerciales que introducen sus pedidos en el PC y hacen el seguimiento post-venta, ingenieros que asumen tareas comerciales, administrativos que atienden clientes. Cada vez más los cambios de mercado y las exigencias de la propia empresa están obligando a muchos trabajadores a mostrar su cara más polifacética y a cambiar de funciones según las necesidades de la compañía y en muchos casos, a asumir varias a la vez.

Los candidatos “todoterreno” capacitados para desarrollar actividades diferentes de las estrictas de su especialización, son muy valorados en los procesos de selección.

Ante todo ser un trabajador polivalente implica una actitud y predisposición a asumir tareas distintas, pero también es necesaria la formación. A menudo los conocimientos y habilidades de un trabajador resultan insuficientes para asumir diferentes funciones. Por eso, independientemente de la especialización profesional que se haga, siempre resulta útil seguir algún tipo de formación complementaria de carácter más general. Las empresas deben facilitar este desarrollo formativo. Cursos de atención al cliente, calidad, ofimática e incluso de organización y gestión del tiempo, son herramientas que potencian la optimización de los recursos humanos, permitiendo una mayor rotación de desempeños.

En época de crisis, en que las empresas para sobrevivir deben adaptarse a mercados muy cambiantes, precisan de empleados de especialización flexible. La flexibilidad funcional se apoya en la cualificación, polivalencia y versatilidad de los trabajadores y permite adaptarse a las necesidades de producción y a los cambios rápidos en fabricación y oferta de productos y servicios.

El trabajo en equipo, la aportación de ideas y la implicación de los trabajadores, facilitan la innovación permanente y la diferenciación que exige un mercado cada vez más competitivo.


¿Qué se puede hacer para ser polifacético?

Ante todo tener "amplitud de miras"
  • Cambiar el paradigma de la especialización. Podemos ser buenos en algo, pero también podemos serlo en otras cosas.
  • Participar en cursos que implemente la empresa, aunque éstos no sean de carácter obligatorio. En estos cursos no hay que valorar sólo la formación que se imparte en ellos, sino también la oportunidad de compartir, experiencias e inquietudes con otros colaboradores de otras áreas de la empresa. Nos darán una visión distinta de la misma.
  • No negarse en rotundo a un cambio de competencia. Hay que analizar cada caso. La polivalencia fomenta la rotación en espiral en las organizaciones. Puede que si muestras habilidad en un cargo puedas desempeñar y ser promovido a uno superior no relacionado directamente con el área en que estabas. Tu perfil puede dar mucho de si. ¿Quién dice que un buen contable con don de gente no puede ser un buen comercial?
  • Estar disponible a efectuar rotaciones del puesto de trabajo y a ampliar nuestros conocimientos. Desenvolverse en varios departamentos nos ayuda a conocer mejor la organización de la empresa y quién dice que no haya una reestructuración y tu departamento actual desaparezca. Cuantas más áreas conozcas más preciado resultas. 

Pero no nos engañemos, ser polifacético también tiene sus peligros. 

Algunas empresas malinterpretan la multifuncionalidad, tergiversando el concepto de polivalencia. Esto ocurre cuando las organizaciones, asignan funciones propias de varios cargos a una sola persona, ahorrando dinero y pagándole un solo salario. 

El trabajador polivalente no es “el chico para todo”, sino el que tiene la habilidad de realizar actividades distintas a las enmarcadas por su especialización, sin menoscabo de estar bien evaluado y con una remuneración acorde a las funciones desempeñadas.

Mientras en el pasado se requerían verdaderos especialistas que supieran mucho de pocas cosas, ahora las demandas son de trabajadores que sepan muchas cosas aunque quizás con menos profundidad, que tengan gran capacidad de razonamiento y de análisis, de adaptación tecnológica, y de solución de problemas.

En definitiva, diamantes pulidos.

Que tengáis un buen día.
Montse
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domingo, 9 de enero de 2011

Mente como el agua. Mente como el hielo




David Allen en su libro Organízate con Eficacia nos explica que el estado ideal a alcanzar en productividad personal es el estado de una “mente como el agua”. En este estado, nuestra organización personal estaría absolutamente bajo control, a todos los niveles y a todas horas, sin estrés. ¿Es eso posible? Según Allen, sí lo es.

La “mente como el agua” es un símil utilizado en karate, para definir la alerta perfecta:

"Cuando el agua está en calma, no hay olas ni perturbaciones, la superficie está tranquila, incluso se vislumbra el fondo del estanque. Si se echa un guijarro al agua, se crean ondas, anillos concéntricos que van hacia fuera de la masa intrusa. Estas ondas son siempre proporcionales a la fuerza y a la masa causante de la perturbación, ni más ni menos. Después, el agua vuelve a la calma."

Éste sería el estado ideal de la “mente como el agua”, serena, fluyendo a través de nuestros pensamientos con total normalidad, sin estancarse, utilizando la energía precisa para cada acción, sin miedo a olvidar nada, ya que todo está bajo control.

Pero ante este estado ideal, existe el estado más frecuente que es la “mente como el hielo”. Aunque el agua y el hielo son en esencia la misma cosa; el agua fluye y se expande libremente, mientras que el hielo se solidifica y se queda fijo en un lugar.

Igual ocurre con nuestros pensamientos. Si se fijan una y otra vez en las mismas cosas, invirtiendo energía superflua por temor a olvidarlas o por  no saber determinar cual ha de ser la próxima acción, la mente se congela y no nos deja avanzar.

Utilizar un buen sistema de organización, como puede ser GTD,   que mediante listas y otras herramientas sencillas, podamos confiarle todas nuestras tareas y sepamos que nos las presentará en el momento y contexto adecuado; nuestra mente, liberada de esta carga, ya puede fluir como el agua, a otros estadios más creativos.

Que tengáis un buen día.
Montse


Video:RAMON CAMI - Fotolia.com

fuentes: Organízate con Eficacia de David Allen  edit.  Empresa Activa
Secretos de las artes Marciales de Kazumi Tabata

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viernes, 31 de diciembre de 2010

Balance de situación 2010. Objetivos 2011




Estamos en las últimas horas del año. Todos andamos ilusionados por tragarnos las uvas con las campanadas, cambiar la hoja del calendario y estrenar el flamante 2011, como si con ello fueran a cambiar muchas cosas.

Es momento de buenos propósitos. El próximo año seremos mejores, más guapos, más sanos, más productivos, más ricos.

¿Os acordáis el año pasado por estas fechas de vuestras intenciones y propósitos? ¿Qué tal lo habéis hecho?


Por estas mismas fechas, publiqué un post con una plantilla para que hicierais un diagnostico de vuestra situación actual y vuestros objetivos para 2010.
Hoy os añado una nueva plantilla para que hagáis lo mismo a fecha 31-12-2010.

Balance de situación

Para los que rellenaste la plantilla anterior, veréis que este año hay la casilla desviación objetivo 2010, en este apartado anotad si habéis logrado, superado, o no alcanzado el resultado que os habías propuesto.

Por ejemplo si la plantilla anterior rezaba así en el apartado:

Salud:
puntos fuertes: bastante buena salud .Analíticas y revisiones dentro parámetros normales
puntos débiles: algo de colesterol y kilos de más
aspectos a mejorar: cuidar la alimentación, hacer ejercicio.
recursos : ir al dietista , caminar
objetivo 2010: mantenerme sano, reducir colesterol, perder 5 kilos

En desviación objetivos 2010: escribir Sano: bien, regular o mal). Colesterol: bien, regular, o mal, Perder 5 kilos: bien, regular o mal)

Veréis que como en un balance contable, sabréis vuestra situación actual, que tal os ha ido el año, vuestra cuenta de pérdidas y ganancias y a partir de ahí las perspectivas para el que viene.

Efectuar revisiones es una manera de vaciar la mente, plasmar nuestros pensamientos y traducirlos en próximas acciones.
Si durante el año, efectuamos revisiones semanales o periódicas de la situación de nuestras tareas y utilizamos listas por contextos, tenemos mucho ganado. No obstante, una vez al año, efectuar una revisión más general y reevaluar nuestras metas, nos facilitará una radiografía actualizada de nuestro estado.

¡Feliz 2011!

Que tengáis un buen año,
Montse








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miércoles, 22 de diciembre de 2010

La felicidad. Una decisión




Ante todo deseo una muy Feliz Navidad y un muy Feliz 2011 a todos los lectores de este blog.

Ya hace un año que, un buen día, empecé Buenhabit. Escribir me ha dado muchos momentos felices. Os doy las gracias a todos vosotros, que de una forma u otra me habéis animado a seguir con el blog.

En estas fechas, más que nunca, todos repartimos, postales, sms, tweets, llamadas, regalos, etc... todos acompañados de nuestros mejores deseos de felicidad.

¡Pero en qué consiste la felicidad?


Los filósofos andan de cráneo desde la antigüedad, intentando definirla y buscando el camino que nos conduzca a ella.

Aristóteles ya lo decía:
 “Todos estamos de acuerdo en que queremos ser felices, pero en cuanto intentamos aclarar cómo podemos serlo empiezan las discrepancias”:


Para unos la autorrealización era el camino, para otros vivir en la razón y la virtud, sin apego a los bienes materiales y para otros era experimentar placer y evitar el dolor a toda costa.

Han pasado siglos y a los filósofos se han añadido los psicólogos y los sociólogos que buscan factores externos e internos que nos aporten felicidad.

Se ha visto que mucho dinero no nos hace mucho más felices y que una vez alcanzado un nivel suficiente de bienestar material, aspiramos a más cosas, más experiencias, más poder, mayor nivel de status, y que ello nos lleva a más anhelos e insatisfacciones.

Pero también se ha visto que el no asumir ningún riesgo, acomodarse en lo que se tiene y evitar conflictos, para tener más paz y seguridad, nos puede conducir a una especie de monótono estado de falsa felicidad continua, que nos impedirá crecer como personas.

De los estudios realizados se ha constatado que las personas más felices son también las más resilientes, es decir las más capaces de superar trastornos y recuperar más prontamente un estado más tranquilo y feliz, lo que parece evidenciar que existe un vínculo directo entre la resiliencia y la capacidad de ser feliz.


La investigación realizada afirma y constata que no se trata de un obtener una felicidad continua basada en la ausencia de dificultades y evitando situaciones estresantes, sino la capacidad de aprender a capear los problemas.

A los niños súper protegidos a los que se les evita cualquier contratiempo y se les intenta ofrecer un monótono estado de placer continuo, se les priva del adiestramiento necesario para hacer frente a los problemas que la vida les deparará sin duda.

Para algunos autores del New Thought (Nuevo Pensamiento), la felicidad es una actitud mental que el hombre puede asumir conscientemente, es decir es una decisión.

La idea de que la felicidad sea una decisión, la argumentan del hecho que el hombre haya buscado muchas formas de encontrar esa felicidad en muchos aspectos, y aun así, parece esquiva para la mayoría de las personas.

Al descubrir que existen seres felices e infelices en todas las diversas condiciones socio-económicas, geográficas, de edad, religión, sexo, estos concluyen que cuando el individuo decide aceptar su condición y su pasado, y asumir la vida tal como es en ese momento y construir su vida a partir de aquellos preceptos, el hombre alcanza la felicidad.

Ser resiliente, tener una actitud proactiva hacia los acontecimientos y ver retos en vez de problemas, puede ser la clave.

Os deseo que decidáis ser felices.

Que tengáis un buen día
Montse


Referencias: Wikipedia
                    Inteligencia Emocional de Daniel Goleman Ed. Kairós







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miércoles, 15 de diciembre de 2010

El secreto de fluir: La próxima acción



Cuando fluimos, la acción y la conciencia se funden en una perfecta onda de energía.

En estos momentos la distinción entre el yo y la actividad desaparece.
Un ciclista de elite lo define así:
“No parece que vayas sentado en una bicicleta. Sientes como si fueras un solo mecanismo en funcionamiento”.

Uno de los elementos básicos para llegar a “fluir” es que la tarea que se está realizando absorba de tal manera que nos abstraiga totalmente. No hay distinción entre pensamiento y acción, ni entre el sujeto y su entorno. El tiempo se distorsiona, pareciendo que pasa muy deprisa en ocasiones y que se estira y cunde mucho más, en otras.

En este estado es cuando llegamos a ser más productivos; no existen espacios en blanco ni divagaciones. Nos concentramos en el presente y en la próxima acción inmediata.

Al igual que el escalador la atención se centra solo en el presente. Cuando comienza una escalada su mente se desconecta de sus problemas cotidianos; lo último que puede recordar son los últimos 30 segundos y en lo único que puede pensar es  en dónde colocará la próxima nueva fijación para seguir ascendiendo.

El secreto está ahí: Tener bien definida cual es la próxima acción y centrarse en ella.

Con frecuencia para llevar a cabo un proyecto, recopilamos y procesamos la información que necesitamos, pero en el momento de organizar los timings de actuación, tendemos a no planificar adecuadamente.

Sabemos cual es la meta final, pero no definimos bien los pasos para llegar a ella.

Consecuencia: avances y retrocesos, rodeos y estancamientos. La acción no es fluida, lo que provoca pérdida de concentración y productividad.

Para que esto no ocurra necesitamos planificar con más rigor, realizar una hoja de ruta lo más bien definida posible. Establecer qué pasos son necesarios, el orden y las prioridades, qué tareas son innecesarias o delegables y qué atajos nos pueden ser útiles para avanzar más rápidamente.


Metas inmediatas claras.

Para que una persona esté totalmente implicada en cualquier actividad es esencial que sepa qué tareas ha de realizar en cada momento. Lo que abstrae a un escalador no es la meta de alcanzar la cima, sino la tarea inmediata de hacer el siguiente movimiento sin caerse. La meta que hace que un jugador de ajedrez esté concentrado no es ganar la partida, sino conseguir la posición más estratégica con el siguiente movimiento. Por supuesto, las metas últimas de estas actividades- alcanzar la cima, ganar un juego, conseguir un objetivo, son importantes y es hacia donde se dirigen los pasos, pero el verdadero “disfrute” (flujo) no procede tanto de conseguir estas metas como de los pasos que se dan hasta alcanzarlas.

Dividir los proyectos y tareas minuciosamente para establecer cada paso.

Tener claro cual es la próxima acción a realizar es la clave para seguir centrados en el objetivo.

Las personas se concentran y se sienten más involucradas en aquellas tareas en las que reciben un feed-back inmediato de si lo están haciendo bien o no; mientras que si desconocen las consecuencias de sus acciones, se desinteresan y despistan.

La preocupación excesiva por la meta final suele interferir en nuestra actuación. Visualizar la meta está bien, pero hay que definir las acciones del proceso. Cada acción realizada nos facilitará retroalimentación actualizada de saber como lo estamos haciendo y nos permitirá reconducir, si cabe, la situación más rápidamente.

Que tengáis un buen día.
Montse


Fuente: Fluir en los negocios de Mihaly Csikszentmihalyi
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lunes, 29 de noviembre de 2010

El Efecto Mariposa


"El efecto multiplicador de una pequeña causa"

El meteorólogo Edward Norton Lorenz, estudiaba el comportamiento de la atmósfera, tratando de hallar una fórmula que, partiendo de variables sencillas, permitiera realizar predicciones climáticas fidedignas. Tras varios intentos, consiguió enunciar una teoría que se basaba en tres variables -el tiempo, la velocidad y la temperatura del aire- y que permitía predicciones bastante fieles. Pero su sorpresa fue mayúscula cuando observó que mínimas diferencias en los datos iniciales originaban enormes cambios en las predicciones finales. Es decir, que la más mínima variación en las condiciones de partida ejercía gran variación sobre el resultado final. Para explicar este hallazgo, Lorenz utilizó un ejemplo: un meteorólogo, mediante cálculos muy precisos y partiendo de unas condiciones exactas, haría una predicción climática aparentemente perfecta. Pero podría equivocarse totalmente por el simple hecho de no haber tenido en cuenta el efecto del aleteo de una mariposa. Ese inofensivo aleteo inicial podría haber introducido perturbaciones que variaran totalmente la predicción.

James Gleick periodista científico en su best-seller "Caos: La creación de una ciencia", narra el desarrollo de esta Teoría y acerca el concepto del "efecto mariposa" al público en general.

Gleick dijo:
 “Si el aleteo de una mariposa perturba hoy el aire de Pekín, puede dentro de un mes provocar una tempestad en Nueva York”.

El ‘efecto mariposa’, podría definirse como que, la más mínima variación en un hecho inicial, a la larga, puede alterar por completo el desarrollo lógico de los acontecimientos.

Basándonos en esta teoría y aplicándola a nuestra vida cotidiana, podemos afirmar que pequeñas “acciones” u “omisiones” pueden originar grandes cambios (positivos o negativos) en nuestra vida.

Los pequeños cambios imperceptibles, si no son voluntarios, es decir que no nos damos cuenta de ellos, pueden hacernos desviar de nuestros objetivos y llegar a ocurrirnos como a la rana hervida.

Por otra parte los cambios radicales, de un día para otro, como querer adoptar una nueva personalidad, cambiar un hábito muy arraigado o dejar una adicción, generalmente están abocados al fracaso, ya que tras unos días, si el objetivo es difícil, la motivación baja y la tendencia es volver a la situación de origen.

Sin embargo, si introducimos inicialmente pequeñas modificaciones, practicamos y nos retroalimentamos de esta práctica, todo ello nos conducirá a consolidar el cambio y a seguir adelante con el proceso, llegando a obtener los resultados deseados.

Hay pequeños gestos que pueden dar resultados espectaculares en aras a mejorar facetas de nuestra vida: productividad, salud, finanzas, etc...

Ahí van unos ejemplos:
  • Si siempre llegas tarde. Implementa el hábito de "Levantarse media hora antes". Es asumible. Evitarás salir corriendo, sin afeitar, llegar sin aliento al trabajo. Podrás desayunar algo, quizás hasta ir a pie a la oficina, reducir tu ansiedad, hojear el periódico, llegar puntual. Los resultados serán espectaculares en: tu imagen, salud, información, valoración en tu empresa, todo por media hora de sueño. 
  • Si no consigues ahorrar nada. Establece "Un pequeño plan de ahorro". Por ejemplo: el cambio del café que tomas, deposítalo en una botella vacía de plástico de litro y medio. Te sorprenderás, que de este pequeño gesto mecánico, puedas pagarte unas vacaciones.  
  • Si no puedes evitar llenarte el plato, utiliza un "Plato de postre para comer". Tu salud e imagen se beneficiaran seguro. 
  • Implementar el uso de "Un sencillo método de productividad" u organización, la utilización de una agenda o de  un sistema de listas, multiplicará con creces tu eficacia y te liberará de estrés. 


No dudes en comentar en este blog otros “efectos mariposa” que se te ocurran.


Que tengáis un buen día.
Montse.


Fuentes: - ¿Que-es-el-efecto-mariposa? de Luís Martínez González
                -  Wikipedia ( ver enlaces en texto)


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jueves, 18 de noviembre de 2010

Etiquetando a personas y cosas




En un principio, quería exponer en este post solo los beneficios que aporta el hábito de etiquetar las cosas.

Con frecuencia no lo hacemos. Confiamos en nuestra memoria y recopilamos nuestros enseres, notas y objetos “ordenándolos” más bien metiéndolos, en cajas, carpetas, bolsas, sin distintivo que los identifique. Pensamos que siempre recordaremos que en aquella caja gris está la máquina de fotos y en aquella roja que subo a lo alto del armario, estará siempre esperándome mi camisa para el smoking. Si eres muy aficionado a la fotografía, seguro que abrirás esta caja gris muchas veces y será un gesto habitual hacerlo. Si vas a muchas fiestas de gala, subirás muchas veces al altillo de tu armario a coger la caja roja, quizás deberías ponerla en un sitio más a mano.

Pero si no haces fotos más que en vacaciones y hace un siglo que no asistes a una fiesta, difícilmente sabrás donde has metido tu cámara o tu camisa. Espero que seas precavido y empieces a buscar lo que precisas con tiempo, pues quizás tengas que abrir muchas cajas antes no des con lo que buscas. Yo he implementado este hábito desde hace un tiempo y complementado con el de "archivar en transparente", os aseguro que mi productividad y organización han mejorado mucho.

Mi sistema es el siguiente:

Estoy provista de etiquetas adhesivas de todos los tamaños y colores y cosa que guardo, cosa que etiqueto. Si guardo varias cosas en una caja, están detalladas en el exterior, si añado alguna la incluyo en la lista, si tiro algo lo tacho. Mismo sistema para dossiers y carpetas.

Mis mantas y rellenos están guardados en bolsas transparentes y la etiqueta indica a que medida de cama pertenecen.

Fotos, revistas, zapatos, jerséis, recuerdos, cintas, apuntes………….

Ya no tengo un aborigen de cables detrás del escritorio, pacientemente deshice los enredos y les he colgado a cada uno una etiqueta cerca del cabezal de enchufar.; ahora si tengo que desenchufar la impresora no me cargo antes el ADSL.

He visto que hay etiquetas para todo, para ropa, para pegar y despegar, fluorescentes para verse en la oscuridad y la última, una monada de etiqueta, muy integrada y de diseño que se pega al móvil, para incluir un teléfono para avisar en caso de emergencia, o pérdida.

También las etiquetas virtuales son de gran utilidad. En la web 2.0 la utilización de tags, facilita enormemente los criterios de búsqueda y clasificación.

Si coges el hábito, hasta vas a disfrutar colgándole etiquetas a todo. ¿O es que acaso no disfrutamos colgándoles etiquetas a las personas?

Las etiquetas son una manera fácil (aunque tremendamente superficial y generalmente poco objetiva) de clasificarnos. Cuando preguntamos sobre alguien, lo primero que recibiremos como respuesta será su etiqueta, en especial si quien habla de ese alguien lo conoce poco. Nos guiamos por ellas y juzgamos según ellas.

A menudo nos las cuelgan porque “una vez” tuvimos un comportamiento anecdótico .Nos enfadamos mucho, bebimos demasiado, etc) o por comportamientos intrascendentes que generan curiosidad y se extrapolan y generalizan a una determinada forma de ser. (es el maniático porque siempre encuentra un pelo en la sopa).

En muchos casos un solo acto desafortunado o afortunado es el responsable de que nos la hayan colgado.

Etiquetas instantáneas. Las etiquetas son mucho más fruto de las primeras impresiones que del conocimiento real de una persona. A menudo, solo con un primer contacto visual, y antes de que digamos nada, ya nos han colgado una etiqueta.

Según Daniel Goleman en su libro Inteligencia Social: "las regiones cerebrales que se ocupan del mundo interpersonal operan a gran velocidad, lo cual lleva a esbozar juicios sobre las personas en décimas de segundo. En el primer encuentro con alguien, estas áreas neuronales esbozan un juicio inicial a favor o en contra en cuestión de 500 milisegundos .A partir de ahí nuestra acción será diferente si la persona con la que estamos nos gusta o nos desagrada y si nuestros sentimientos cambian a lo largo de la interacción, el cerebro social se encarga de ajustar silenciosamente nuestras decisiones y en consecuencia, también nuestras acciones."

De ahí que se le dé tanta importancia a la primera impresión y la necesidad de no precipitarse en hacer juicios de valor sobre las personas. La ligereza en colocar etiquetas a la gente puede convertirse en perversa.


Para mejorar en productividad y en vuestras relaciones sociales cultivad el hábito de colgar etiquetas a todas las cosas y pensároslo dos veces antes de etiquetar a una persona.

Que tengáis un buen día.
Montse

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