Es innegable que nos encontramos inmersos en una época de
cambio constante. Zygmunt Bauman nos habla de la "modernidad
líquida" en la que ya nada es
sólido por mucho tiempo y es preciso saber afrontar y gestionar la incertidumbre.
En "tiempos líquidos" las organizaciones han de ser dinámicas
y aprovechar al máximo las ocasiones de negocio que se van generando. Si una
empresa tiene un enfoque jerárquico excesivamente vertical donde solo unos pocos definen las
estrategias y la toma de decisiones, y el resto implementa la burocracia, no será posible acogerse a este
"fluir" constante de oportunidades, ya que los datos dinámicos nunca llegan a estos
pocos con la celeridad necesaria para decidir
y dar respuestas rápidas.