A través de las palabras los hombres transmitimos a los
demás nuestra forma de ver la realidad, nuestros pensamientos y nuestras
experiencias. Pero nuestro mundo interior es tan complejo y la realidad tan
extensa, que sólo podemos transmitir a través del lenguaje, una pequeña y
superficial parte de este vasto universo. Para ello resumimos y generalizamos y no siempre se utilizan las palabras más adecuadas para comunicar lo que
realmente queremos decir. A veces no concretamos, hacemos hincapié en aspectos
no relevantes e incluso, con demasiada frecuencia, el receptor recibe un
mensaje equívoco o contrario al mensaje
que, inicialmente, quería transmitir el emisor.
Para tener conversaciones productivas, que nos acerquen a
nuestros propósitos comunicativos es preciso cuidar el lenguaje.