jueves, 16 de septiembre de 2010

Confeccionando el futuro. La prospectiva



Gaston Berger (1896-1960 Psicólogo y filósofo francés), uno de los fundadores de la prospectiva, la define como “la disciplina que estudia el futuro, para comprenderlo y poder influir sobre él”.

La historia y el pasado nos facilitan datos y estadísticas sobre los hechos ya ocurridos y aluden sobre lo que puede pasar y tiene más probabilidades de ocurrir, (futuros posibles, llamados también futuribles).

Sin embargo, el espíritu de la prospectiva, nos dice que aquello que puede pasar lo podemos definir nosotros, o en su defecto hacer que aquello que pueda pasar, tenga para nosotros un impacto distinto, acorde con nuestros deseos.

Según Berger “contemplando el futuro se transforma el presente”.

La prospectiva rechaza toda complicidad con el azar. El azar produce azar, resultados aleatorios. Impredecibles. La prospectiva se basa en metodologías orientadas a la previsión del futuro, pero su fin , no es decirnos como va a ser el futuro, sino de poner en marcha dispositivos para minar la costumbre y la inercia que nos conducen al determinismo. Incentiva la voluntad de conspirar contra el presente – en pro del futuro - con el fin último de planificar las acciones necesarias para evitar o acelerar su ocurrencia.

Es una sistemática mental que, en su tramo más importante, viene desde el futuro hacia el presente; primero anticipando la configuración de un futuro deseable, luego, reflexionando sobre el presente desde ese futuro imaginado, para -finalmente- concebir estrategias de acción tendientes a alcanzar el futuro objetivado como deseable.

Podemos decir que la prospectiva es una metodología basada en la anticipación. Esta anticipación nos invita a la acción.
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Prepararse ante los cambios previstos (pre-actividad), no impide activar reacciones para provocar los cambios deseados (pro-actividad)

La exploración y la preparación de la acción nos lleva a distinguir
cuatro cuestiones fundamentales: ¿Qué puede ocurrir? , ¿Qué puedo hacer? ¿Qué voy a hacer?, ¿Cómo voy a hacerlo?.

Con frecuencia se habla de prospectiva estratégica, ya que ambas van unidas de la mano.

La prospectiva, cuando va sola, se centra sobre ¿Qué puede ocurrir? .Se convierte en estratégica cuando se interroga sobre el ¿Qué puedo yo hacer? Una vez ambas cuestiones hayan sido tratadas, la estrategia parte del ¿Qué puedo yo hacer? para plantearse las otras dos cuestiones: ¿Qué voy a hacer yo? y ¿Cómo voy a hacerlo? .

Frente al futuro, los hombres tenemos la elección de adoptar cuatro actitudes:

La del avestruz pasivo que sufre el cambio.
La del bombero reactivo que combate el fuego, una vez ya declarado.
La del asegurador pre-activo que se prepara para los cambios previsibles.
La del conspirador pro-activo que trata de provocar los cambios deseados.

El prospectivismo se manifiesta por una actitud de conquista, en tener la certeza de que el futuro “no llega”, sino que es algo que “hacemos llegar”, por tanto el futuro no es una realidad que nos sorprende, ajeno a nuestras decisiones, por ello sabe que el futuro no es UNO, sino que puede tener diversas posibilidades y opciones y que es importante considerar estrategias de acción que no solamente puedan adaptarse a ellas, sino que principalmente sean estrategias que permitan concretar el futuro que hemos previsto.

Berger hablaba de la necesidad de implantar procesos educativos permanentes para potenciar que los hombres fueran “inventores”, más que “sabios”. Ahora les llamaría “creativos”.

Confeccionar el futuro, pues, es imaginar el traje que queremos lucir, a nuestra medida, su forma, su color, con qué nos combinará. Una vez decidido, dibujar o copiar el patrón, comprar la tela necesaria y…….a coser.

Que tengáis un buen día,
Montse

Fuentes:
La Caja de Herremientas de la Prospectiva Estratégica de Michel Godet
Prospectiva- definición Wikipedia
El Liderazgo Prospectivo actitud y herramienta organizacional gratisvotar

martes, 7 de septiembre de 2010

Salir de la zona de confort ¿Para qué?






Nuestra zona de confort, es nuestra salita de estar, allí donde estamos más cómodos, con nuestro sofá desgastado de apoyar tanto la cabeza en el mismo sitio, con nuestros viejos libros, nuestra cafetera, nuestras fotos y recuerdos ¡Ay que bien se está! Me pongo mi pijama y mis zapatillas y en la gloria. Ya pueden caer chuzos fuera.

Todos necesitamos una zona de confort, un lugar donde nos sintamos seguros y cómodos.

Quienes están pasando por un mal momento, puede que su zona de confort no exista o sea muy pequeña, quizás sus necesidades básicas apenas estén cubiertas. En este caso es fácil comprender que se luche por ampliar esta zona y se salga a “buscarse la vida”, a luchar para subsistir.

Pero cuando nuestras necesidades primarias están cubiertas, tenemos un empleo y nuestra vida familiar y social es estable, podemos acomodarnos en el sofá de nuestra salita-zona de confort y ya puede relampaguear y tronar fuera, nosotros tranquilos, estamos a cubierto.

Supongamos que no te consideras ambicioso, que ya estás bien como estás. Tus gustos son sencillos y en tu empleo tienes ya acumulados varios trienios de antigüedad. A estas alturas no vas a cambiar de trabajo, ni de casa ni de cónyuge. Estás de fábula.

¿Pero esta comodidad existirá siempre? ¿Nuestra salita es realmente "nuestra" ? ¿Estás seguro que no puede ocurrir que algún día tengas que compartirla o incluso cederla?

¿Estás al día de las nuevas tecnologías? ¿Has realizado últimamente algún curso formativo? ¿Participas voluntariamente en tu empresa en alguna iniciativa de mejora? ¿Haces deporte o alguna actividad física? ¿Cuánto tiempo hace que no sales solo a cenar con tu pareja?


Sal de tu zona de confort, averigua como son los alrededores, qué y quién se mueve allí fuera. Ilusiónate en hacer cosas distintas, en saber más, en conocer gente nueva y emprender nuevos proyectos.


Salir de la zona de confort, ¿para qué?. Pues, como mínimo, para conservarla y si te atreves, mejor aún, para ampliarla.


Que tengáis un buen día.
Montse



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miércoles, 1 de septiembre de 2010

Desapegarse




El apego a personas o cosas nos proporciona vínculos afectivos, de seguridad y de pertenencia. Tener apego a nuestros seres queridos, a nuestro perro, a nuestra casa o a nuestro coche es un sentimiento lógico, humano, loable. Se dice, por el contrario, que alguien es desapegado, cuando aparentemente tiene pocos lazos afectivos, es desprendido, parece no aferrarse a nada y que da poco valor a sus cosas.

Los budistas ensalzan "el desapego" como única forma de encontrar la felicidad. La clave según ellos consiste en transformar el egoísmo en desinterés. Entendiendo por desinterés, el ser generosos, compartir y aceptar los hechos tal como se presentan. Si consideramos que nada ni nadie nos pertenece, evitamos el temor a perderlos y si eso sucede, lo aceptaríamos como algo natural, intrínseco al propio fluir de la vida.

Dicen: “Si amas algo déjalo libre, si vuelve a ti, es porque siempre fue tuyo y si no vuelve, es porque nunca lo fue”.

 En nuestra cultura occidental, el apego forma parte de nuestra forma de entender la vida y nos resulta casi imposible imaginarla de otra manera.  
Lo malo es cuando estos apegos nos impiden avanzar. Vivir de recuerdos, añorar otros tiempos, acumular objetos, mantener relaciones conflictivas, nos atan e imposibilitan de disfrutar plenamente del presente y proyectarnos al futuro.
  
Desapegarnos un poco, soltar lastre, andar más ligeros de equipaje, tanto físicamente como emocionalmente, nos ayuda a levantar vuelo, iniciar nuevos proyectos, a ser más libres para tomar decisiones.
Analiza tus apegos físicos y mentales y elimina los que no te aporten valor o te resulten tóxicos:

  • Deshazte de las cosas rotas o que ya no sirven. Sólo conserva las que realmente tienen un valor sentimental para ti. Procura que sean muy pocas. Un sentimiento hacia alguien, o un recuerdo de un momento o viaje, lo puedes concentrar en un solo objeto y no repartirlo entre una docena. Elige el que te guste más o te aporte más valor. El resto dónalo o recíclalo.
 
  • Repara, pinta y rehabilita tu hogar. Si heredas algo, respeta su origen, pero adáptalo a tus necesidades. Las cosas y las casas son para disfrutarlas, utilizarlas y vivir en ellas. No conviertas la tuya en un mausoleo. 

  • Cuida tus cosas, mantenlas en buen estado, pero si ya no te sirven, cámbialas. Si tu coche te deja tirado cada dos por tres y te lo puedes permitir, cámbialo. Aunque hayas compartido con él muchas caravanas domingueras y a primera hora de la mañana sea el primero en saludarte. Él ya ha hecho su función.

  • Aléjate de personas que te crean malestar. Analiza que vínculo te une a ellas. Si puedes evitarlas, hazlo. 

  • Evita mantener relaciones afectivas in tempestuosas, con grandes altibajos, grandes pasiones y grandes dramas. Analiza si se trata de un apego adictivo y por tanto tóxico. Suelta lastre, desapégate. 


 Ahí está el reto, en saber apegarse a lo que verdaderamente importa y soltar el resto. 

Que tengáis un buen día,

Montse.



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jueves, 12 de agosto de 2010

Tu memoria. ¿qué capacidad tiene?




Actualmente ya no es preciso saber de memoria la lista de los reyes godos, ni que afluentes hay por la izquierda ni por la derecha de los principales ríos. ¡ Se acabó estudiar como un loro!. Los niños aprenden principalmente a buscar información, a saber filtrarla y a utilizarla en el contexto adecuado.

Gracias a los ordenadores, calculadoras y agendas electrónicas no necesitamos memorizar muchos datos, pues fácilmente tenemos acceso a ellos. Google y otros buscadores son nuestros aliados. ¿Pero qué ocurre cuando no disponemos de ellos? ¡Gran tragedia!

Si no tienes cobertura o se te ha acabado la batería, puedes convertirte en un perfecto ignorante; quizás no sepas ningún número de móvil de memoria y puede que necesites hacer una división y te resulte complicado. ¡Hace tanto tiempo que haces todas tus operaciones con la calculadora….!
También te puede ocurrir que tu memoria sea frágil. Te presentan a alguien, te dice como se llama y al instante lo olvidas. Pasas apuro, porque no te atreves a preguntárselo otra vez y sabes que no hay nada que halague más a los humanos que el que se dirijan a ellos por su nombre.

Has aparcado el coche en un gran parking, sales deprisa y cuando vuelves te es imposible recordar el número de la plaza en que lo has estacionado. Debes recorrer varias plantas hasta dar con él, con la consecuente pérdida de tiempo y acumulación de estrés.

Cierras la puerta de tu casa y te dejas las llaves dentro. La factura del cerrajero, en este caso, será la mejor herramienta nemotécnica.

Los olvidos nos acarrean problemas y son los culpables de muchas horas de improductividad.

Pero tranquilos,

La memoria es una función del cerebro que permite al organismo codificar, almacenar y recuperar información. El cerebro humano contiene unos 100.000 millones de neuronas y 100 billones de interconexiones entre esas neuronas Aunque a ciencia cierta nadie sabe la capacidad de memoria del cerebro, las estimaciones varían entre 1 y 10 terabytes. Según el científico, Carl Sagan, tenemos la capacidad de almacenar en nuestra mente información equivalente a la de 10 billones de páginas de enciclopedia.

Capacidad pues, tenemos de sobra, sólo falta ejercitarla. He recogido unas cuantas formas de mejorar y aumentar nuestra memoria.

En primer lugar veamos la diferencia entre memoria a corto plazo y a largo plazo.

La memoria a corto o “memoria operativa” es capaz de memorizar un dato por un período de tiempo muy corto. Como mucho uno o dos minutos.

Por ejemplo, si consultamos un número de teléfono en una guía telefónica, memorizamos el número el tiempo suficiente para marcarlo, olvidándolo inmediatamente después de haber realizado la llamada.

La memoria a largo plazo es un almacén de nuestro sistema de memoria y nos permite almacenar información por largos períodos de tiempo, incluso para toda la vida, si el dato, según nuestro criterio, lo merece o si lo repetimos asiduamente. Los datos se organizan de forma codificada. Durante este proceso de codificación, la información similar que ya se posee se recuerda y se utiliza para ayudar al proceso de consolidación de la nueva información. La información nueva y la pasada se comparan, una parte del proceso de almacenamiento radica en guardar las semejanzas y diferencias .Los recuerdos nuevos no se archivan aleatoriamente en el cerebro, sino que lo hacen por medio de la asociación directa con otros recuerdos similares, ya existentes. Retener un recuerdo va a sernos más fácil si ya disponemos de información parecida o complementaria, archivada anteriormente.

Para retener algo a corto plazo, sólo lo tienes que repetir a coro, sin preocuparte del significado de lo que repites. P.ej. un número de teléfono para marcarlo.
La memoria a corto es la que da sentido al bombardeo de información que recibimos y actúa como un tamiz, decidiendo entre aquello que será almacenado y lo que caerá en el olvido.

Para recordar algo deberás tener interés en hacerlo y comprender su significado  y si no tiene sentido propio como una lista de números o letras, utilizar alguna técnica nemotécnica para dárselo o asociarlo con algo que sí lo tenga. Nuestro cerebro archiva la “información nueva”, siempre asociándola a la ya existente.

(Existe también una memoria involuntaria cuando por ejemplo una aroma nos evoca y transporta automáticamente a un tiempo específico de nuestro pasado).

A mi me resultaba muy difícil acordarme de las fases de la luna. Mirando al cielo no recordaba nunca cuando este satélite estaba en cuarto creciente y cuando en cuarto menguante. Hasta que me dijeron: Acuérdate” la luna es mentirosa”: Cuando está en cuarto Creciente tiene forma de D y cuando está en menguante (Decreciente) tiene forma de C. No se me ha olvidado nunca más.

Para facilitar las cosas, existen trucos y reglas nemotécnicas, en Google podéis encontrar de las más variopintas.

Particularmente las visualizaciones y la asociación de ideas son lo que mejor me funcionan:

Aquí os dejo varios ejemplos:

Cuando me presentan a alguien, repito su nombre: Encantada, Ana; Hola, Pedro. El sonido de mi voz me consolida el recuerdo del nombre. e intento visualizar la cara de esta persona y vincularla a su nombre o bien asociarlo con alguien que se llame igual y conozca bien. (Como mi prima, mi jefe etc:. asociando ambas personas).

Para memorizar un número de teléfono me sirve el repetirlo varias veces en cantarela y escribirlo también varias veces para visualizarlo. No tengo paciencia para recordar trucos nemotécnicos de asociar letras con números o palabras. El aprenderlo por grupos de dos o tres cifras a coro me sirve.

Asociar algo curioso con lo que quiero recordar. Por ejemplo, lo dicho de “la luna es mentirosa”.

Los días que tiene un mes. Aprendí la cantarela "Treinta días tiene noviembre, con abril, junio y setiembre; veintiocho solo hay uno, los demás son treinta y uno".

Para memorizar el piso en que viven unos amigos lo relaciono con algo inventado. p.ej. 1º 2ª (12 apóstoles comiendo en su casa) 2º2ª (dos patitos en la puerta) etc.es  un poco inverosímil,  pero me funciona.

Lo importante es repetir la información, darle un particular sentido y consolidarla. Luego, habrá que refrescarla de vez en cuando, pues si no quedará aletargada en el fondo de nuestra memoria y nos resultará inaccesible.

Espero que os hayan servido estas ideas.

Os aconsejo por último memoricéis, al menos, un teléfono de alguien cercano a vosotros, el de información telefónica y el de emergencias. ¿Por qué, puedes preguntar, si voy con mi PDA a todas partes? Pues, por si vas a la playa, te roban y te quedas solo con el bañador puesto.

Que tengáis un buen día,
Montse



Referencias: Wikipedia
                    El poder de la Memoria, de Ursula Markham
                    Cómo ejercitar y potenciar la memoria de Nora Rodríguez y Richard Gold



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martes, 20 de julio de 2010

Acción versus lamentación




¿Qué tal te va?

Fatal, mucho trabajo, todo lo tengo que hacer yo, estoy rodeado de una panda de inútiles, sólo hay que errores, no tenemos medios, para lo que me pagan, si hubiera entrado en otra empresa, si hubiera estudiado una carrera, si no tuviera tantos gastos, si mi jefe fuera de otra manera, es que hay crisis, la culpa es de administración, la culpa es de comercial, no tenemos producto, yo no puedo hacer NADA.

Yo no hago NADA, perdón sí; me lamento.

¿Te suena?

Lamentarse es muy común. Todos lo hacemos en algún momento dado. Lo malo es cuando se convierte en una práctica habitual, incluso en la única práctica. Podemos andar mirándonos el ombligo y quejándonos de nuestra situación pero sin mover nunca un dedo para mejorarla.

Ante la lamentación debe prevalecer la acción.

¿Hay un problema? Toma como punto de partida la situación actual y ponte como reto mejorarla. Actúa desde el presente, desde la posición en la que te encuentras. Utiliza y archiva el pasado como base de datos de la que puedas recoger información y experiencia, cuando las precises; pero no te estanques en él.
No te regodees en las cosas negativas, planta cara y estudia la forma de solventarlas. Tus críticas han de ser constructivas, siempre enfocadas en la acción. No te conviertas en una plañidera, es lo menos productivo y lo menos agradable para los demás.Generalmente la gente huye de las plañideras. Podríamos hablar de conducta tóxica.


Siéntete responsable, pero no culpable de tu situación y afróntala orientándote hacia donde quieres ir.

Actúa de forma:

Positiva: Piensa en lo que quieres más que en lo que no quieres.

Proactiva: Piensa que acciones puedes llevar a cabo que estén bajo tu control y actúa. No esperes golpes de suerte ni milagros.

Específica: Define tu objetivo de la forma más clara posible.

Analítica: Piensa en las ventajas y desventajas que obtendrás al alcanzar tu objetivo. Hay veces que nos instalamos en el lamento, pues nos aporta algunos beneficios y tememos perderlos, como por ejemplo la compasión de los demás. Sé sincero contigo mismo.

Dicen que todo es bueno, incluso lo malo, pues para apreciar la vida en toda su plenitud y valorarla, también hay que experimentar momentos difíciles. El reto está en saber sacarles partido.

Que tengáis un buen día.
Montse



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miércoles, 30 de junio de 2010

Desaprender




Las claves para progresar y salir de las crisis: Innovar, reinventar, crear......
 

Todo el mundo lo dice; políticos, empresarios, economistas…..

Pero ¿es fácil? ¿todos podemos hacerlo? ¿cómo destapar la botella para que surja el genio?

La realidad es que nos resulta difícil “hacer cosas nuevas”,  "adoptar actitudes nuevas”, “aprender habilidades nuevas”.

“Todo está inventado” ¿o........... no.?

Con frecuencia tenemos una perspectiva de nuestra realidad acotada por unas coordenadas preestablecidas que consideramos inamovibles, porque aprendimos a hacerlo así y siempre lo hemos hecho de la misma forma.

Desaprender es descartar límites, borrar creencias, probar nuevos hábitos.


Es preciso salirse del marco de referencia para ver otras perspectivas, otros ángulos. Fuera de este marco puede que haya también vida.

El sabido test de los nueve puntos nos puede servir de ejemplo gráfico.




Dedica unos minutos a resolver este problema. Si desesperas Pincha aquí. 

Lo que nos impide resolver este test a simple vista, es una limitación que no existe y que nos autoimponemos nosotros. Nadie te ha dicho que exista un cuadrado y seguramente has estado resiguiendo una y otra vez esta figura imaginaria. Es una restricción que te ha marcado tu mentalidad estereotipada.

Desaprender, aparcar creencias, modificar hábitos nos permitirá aprender cosas nuevas, encontrar otras soluciones, abrir horizontes.

Que tengáis un buen día.

Montse

Referencia: El arte de gestionar y planificar en equipo de W.Alan Randolph y Barry Z.Posner




jueves, 17 de junio de 2010

El "alma" del grupo





Las nuevas tecnologías han abierto en el mundo de la empresa una nueva forma de trabajar. La unidad de trabajo ya no se mide por individuo sino por equipo.
La mayoría de proyectos necesitan aunar esfuerzos entre profesionales de diversas especialidades. Programadores, diseñadores, distribuidores y analistas deben trabajar de forma coordinada e interactiva.
Cada vez se realizan menos trabajos de forma individual y/o en cadena y por el contrario cada vez se realizan más trabajos en equipo.

Cuando la gente se reúne a colaborar, ya sea en una reunión de planificación o de equipo para un proyecto, se forma una especie de Cociente de Inteligencia Colectiva. Este CI Colectiva no es la suma de los talentos y habilidades de todos los implicados ni el promedio de CI académicos de los componentes, sino el de su capacidad de trabajar en armonía social, de su habilidad en poder compartir y expandir conocimientos e ideas, todo ello en un clima favorable, con mínimas tensiones y con un objetivo común: realizar con éxito el proyecto.

Un grupo con armonía social resulta más productivo y eficaz que otro compuesto por individuos con idénticos talentos pero sin esta habilidad.

Las tensiones internas, la competitividad entre los miembros y la poca comunicación entorpecen los resultados. En los grupos formados por gente muy técnica y especializada (cada uno sabe mucho de lo suyo) pero sin habilidad para relacionarse o con tendencia a llevarse mal, el CI grupal baja considerablemente.

De las investigaciones que se han realizado sobre la inteligencia grupal se ha deducido que los grupos más eficaces y productivos son los que tienen entre sus miembros algún componente especialmente “diestro” en establecer esta armonía.

Se trata de personas (pueden ser líderes formales o no) con habilidades sociales. Saben cultivar las relaciones, mantener amistades, resolver conflictos, empatizar con los demás y trabajar cooperativamente.

Estas destrezas sociales favorecen mucho la optimización de los recursos. Pueden saltarse circuitos largos o dificultosos preestablecidos, porque saben a quién acudir para obtener un determinado dato, una información o una entrevista. No me refiero a obtener información de forma fraudulenta, por influencias de poder, enchufes o sobornos, me refiero a personas con habilidad en las relaciones interpersonales, con iniciativa, que se hacen con todo el mundo y que saben a que se dedica cada uno. Con una llamada pueden informarse de quien lleva un determinado tema y avanzar muchísimo el proyecto. No se trata de individuos egoístas e interesados que se relacionan con los demás sólo por lo que puedan obtener de ellos, sino gente abierta, comunicativa, hábil en limar asperezas, dispuesta a dar y a recibir.

No es de extrañar que estas personas no sean las más altamente especializadas ni con más conocimientos técnicos, pero si lo son en dinamizar el grupo y aumentar el nivel del cociente de inteligencia colectiva.

Son catalizadores de sinergia. En definitiva, el “alma” del grupo.

Que tengáis un buen día.
Montse


Referencias: Inteligencia Emocional de Daniel Goleman
                   Talento para dirigir con éxito, articulo de Raquel Lorenzo ( en degerencia.com)

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