lunes, 25 de marzo de 2013

Perfil del buen aprendiz de idiomas






Nuestro mundo actual es global e intercomunicado. Las relaciones internacionales son un hecho cotidiano, las empresas de cualquier tamaño importan y exportan habitualmente y los viajes por negocios y turismo son inherentes a nuestra forma de vida. De hecho, en nuestras latitudes, saber inglés es un requisito primordial para acceder a numerosos puestos de trabajo. Aunque en nuestros programas educativos ya se incluye de forma reglada la enseñanza de idiomas, el rendimiento de la mayoría de nuestros adolescentes es bastante bajo. Pero el grosor del problema está en los adultos. Muchos españoles hemos estudiado inglés en varias etapas de nuestra vida y lo hemos dejado otras tantas. Los que por su trabajo o circunstancias personales, no han tenido la necesidad de practicar de forma continuada la lengua anglosajona, han visto como sus conocimientos se “fosilizaban” en una determinada etapa y no avanzaban. De hecho, nos encontramos con políticos de primera línea, empresarios y personajes públicos “negados” para los idiomas y  que deben echar mano constantemente de intérpretes y traductores para entender y hacerse entender en  sus reuniones con miembros de comunidades internacionales y personalidades extranjeras.

¿Qué ocurre? ¿Se necesita un don especial?